Previa Especial WBC – O’Shaquie Foster vs. Stephen Fulton

1 de diciembre de 2025

ESTADÍSTICAS WBC

Campeonato Mundial Superpluma del WBC

6 de diciembre de 2025 / San Antonio, Texas / Frost Bank Center

TGB PROMOTIONS PRESENTA:

Swat Of The Swots suma rumbo a Foster vs. Fulton
Por James Blears

El campeón mundial superpluma del WBC, O’Shaquie Foster, defenderá su cinturón verde y oro ante Stephen Fulton el 6 de diciembre en el Frost Bank Center de San Antonio, tras el aplazamiento de la función del 25 de octubre, debido a que Sebastian Fundora —quien encabezaba la gala— sufrió una lesión en la mano durante un entrenamiento.

Stephen «Cool Boy Steph» intenta conquistar un título mundial en una tercera categoría distinta, después de haberse coronado en supergallo y pluma. Mientras tanto, O’Shaquie «Ice Water» busca enfriar —y empapar— las ambiciones del retador con algo más que un rocío de gotas. No existe animosidad ni rencor entre Foster y Fulton, pero ambos son plenamente conscientes de lo que está en juego, así que están decididos a dar absolutamente todo.

Cada uno ha tenido que sobreponerse a la adversidad, reagruparse y regresar tras la derrota, pasando por pruebas de fuego bajo fuego real. Stephen ganó el título supergallo de la OMB dominando a Angelo Lee para un claro fallo unánime. Luego enfrentó a Brandon Figueroa por los títulos del WBC y la OMB en una batalla intensa, de intercambios constantes y combates cuerpo a cuerpo. Stephen se impuso por decisión mayoritaria. Después derrotó por decisión unánime a Daniel Román, pero entonces apareció «El Monstruo» en el horizonte. Naoya Inoue había dejado vacante su título indiscutido de peso gallo para tomar esta pelea, que ganó por nocaut técnico en el octavo asalto. Stephen viajó hasta el Ariake Arena de Tokio para enfrentarlo en su territorio y estuvo bajo presión desde el campanazo inicial.

Stephen peleó con valentía e inteligencia, pero Naoya ardía, respirando fuego y azufre mezclado con piedra pómez aquella noche, en busca de su cuarto título divisional, ahora en forma unificada. En el octavo capítulo, Inoue conectó un jab al cuerpo y luego descargó una venenosa derecha al rostro. Stephen tambaleó, se balanceó y cayó tras un demoledor gancho de izquierda a la cabeza. Se levantó con coraje, pero Naoya no estaba dispuesto a dejarlo escapar. Lo arrinconó, desató una ráfaga precisa y el réferi Héctor Afu intervino para detener la acción a un minuto con catorce segundos.

¿Cuánto desgaste dejó aquella embestida en Stephen? En su siguiente pelea —su debut en peso pluma— cayó en el quinto asalto ante Carlos Castro, pero se recuperó para ganar por decisión dividida. Luego llegó la esperada revancha con Brandon Figueroa, que ganó con mayor autoridad por decisión unánime para capturar el título pluma del WBC. Ahora sube una división más para enfrentar a O’Shaquie. Ninguno de los dos es un noqueador devastador: Foster tiene marca de 23-3, 12 KOs; Stephen, 23-1, 8 KOs. Ambos son boxeadores inteligentes, con alto coeficiente de ring, capaces de pelear bajo presión, adaptarse y modificar estrategias cuando la situación lo exige. Hay quienes se aferran a las estadísticas como zona de confort. No siempre es la decisión más sabia, especialmente en el boxeo.

Piensa en un número, súmale veinte, réstale tres y multiplícalo por dos. Ahora cierra los ojos. ¿Confuso, verdad? No conviene parpadear ni por un segundo, porque esas «luces negras» podrían caer sobre ti. Mi impresión —más que una corazonada— sugiere que esta pelea se definirá por el vaivén del combate: inteligencia táctica, pero también pura fuerza de voluntad.

El campeón O’Shaquie es un superpluma natural. Tras dos derrotas tempranas ante Samuel Teah por decisión unánime y Rolando Chinea por decisión dividida, ajustó su rumbo y se comprometió por completo. Ganó el título Plata del WBC sobre Jon Fernández, lo defendió exitosamente ante Alberto Mercado por DU, Mickey Román por KO en nueve y Muhammad Yaqoubov por DU. Luego brilló con una victoria por decisión unánime sobre el invicto Rey Vargas para capturar el título mundial absoluto del WBC.

Demostró su valía en su primera defensa en Cancún ante el pegador Eduardo «Rocky» Hernández. Rocky intentó arrasar con un oleaje destructivo, castigando las costillas y buscando la cabeza con golpes amplios. Pero su ímpetu no fue suficiente. O’Shaquie, inicialmente a la distancia, usando un jab preciso, cambió de plan a partir del séptimo asalto: se plantó, intercambió cada vez más y frenó la ofensiva del mexicano. ¡A entrar en la brecha!

El undécimo round fue el punto de quiebre. O’Shaquie conectó un brutal gancho de derecha que estremeció a Rocky. Mientras retrocedía tambaleante, el campeón lo persiguió con ráfagas contundentes. La afición, consciente del peligro, coreó «Rocky, Rocky, Rock-eye». Entonces ocurrió algo extraordinario: al borde del abismo, Rocky contraatacó con fiereza y arrinconó a O’Shaquie. Fue un asalto electrizante, digno de round del año.

Pero el daño estaba hecho. En los primeros segundos del duodécimo, un derechazo derribó a Rocky. Exhausto y aturdido, se levantó, volvió a caer y otra vez se puso en pie. El espíritu quería seguir, pero el cuerpo ya no respondía. Sin respuestas ante la ofensiva, el réferi Afu detuvo la pelea a los 2:38. Quedaban veintidós segundos, pero era una eternidad imposible.

Un nocaut técnico agónico, producto de la férrea voluntad de O’Shaquie. Para Rocky, tan cerca y tan lejos. Para Foster, una demostración de garra, ingenio y precisión.

O’Shaquie superó por decisión dividida al duro Abraham Nova, pero luego perdió por la misma vía contra Robson Conceição. Aunque estaba seguro de haber ganado, la decisión oficial no coincidió. Juró no volver a dejar dudas, y en la revancha ganó otra vez por decisión dividida.

En la Convención del WBC del año pasado en Hamburgo, O’Shaquie habló sobre el impacto emocional de aquella derrota y la lección aprendida: esforzarse de manera sobrehumana desde la primera campana hasta la última.

O’Shaquie reconoce el valor de Stephen por subir de división buscando un tercer título mundial, pero promete hacer que se arrepienta. Stephen mide 1.69 m y tiene alcance de 179 cm; O’Shaquie mide 1.74 m con alcance de 183 cm. Stephen afirma haber vencido a rivales más grandes; O’Shaquie sostiene que usará sus ventajas naturales.

Ambos son boxeadores técnicos, con herramientas variadas para ajustar y ejecutar detalles y remates. Pero en el intento de clavar la estocada, cualquiera puede arruinarlo. Será interesante ver si alguno arriesga todo por un nocaut si va abajo en las tarjetas. No sería la primera vez.

Todo apunta a estilo y elegancia más que a choque frontal. Dos boxeadores astutos, calculadores, quizá preparando una sorpresa después del ecuador de la pelea. No es un juego de fuerza, porque el boxeo no es un juego. Puede volverse una batalla táctica, pero ajedrez… no lo es.