
La pelea entre Inoue y Picasso tiene algo especial: no es un simple cruce de estilos, sino un encuentro entre dos formas de entender el boxeo. El próximo sábado 27 de diciembre, el monstruo japones se enfrenta al príncipe mexicano en un duelo por el campeonato indiscutido supergallo.
La pelea será en el Mohammed Abdo Arena en Riyadh, Arabia Saudita.
Inoue entra al ring como un reloj suizo: exacto, económico, casi clínico. Su boxeo es una secuencia de decisiones correctas, una lectura casi instantánea de distancia y timing que le permite golpear sin exponerse. No necesita volumen; necesita claridad.
Picasso, en cambio, es impulso creativo. Cambia alturas, lanza combinaciones en ráfagas poco ortodoxas, juega con los ángulos y trata de imponer un caos controlado que obliga a sus rivales a responder a su ritmo. Donde Inoue reduce el margen de error, Picasso lo amplía para fabricar oportunidades.
Ese choque —precisión vs invención— es lo que vuelve tan intrigante este combate. Es un examen real para ambos. Si Inoue logra neutralizar la creatividad, dará un paso importante en su consolidación. Si Picasso consigue romper el patrón y arrastrarlo a su propio ritmo, el relato de la noche podría cambiar por completo.
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