
El 5 de diciembre de 1975, en una convención celebrada en Túnez, África del Norte, José Sulaimán fue elegido presidente del WBC (World Boxing Council). Este evento no solo marcó el inicio de un mandato que se extendería por más de 38 años, sino también el comienzo de una profunda transformación en la industria global del boxeo.
Bajo su liderazgo, el WBC no solo consolidó su posición como el organismo rector más influyente del mundo, sino que también se convirtió en un motor de cambio social y un incansable defensor de la vida y la dignidad de los boxeadores.
El núcleo del legado de Don José Sulaimán reside en su cruzada por la seguridad. Al entender el boxeo como un deporte noble, pero inherentemente peligroso, fue pionero en reformas que han salvado y continúan salvando innumerables vidas y mejorando la calidad de vida de los boxeadores después de sus carreras en el ring:
Reducción de Asaltos: Su iniciativa más crucial fue la reducción de las peleas por títulos mundiales de 15 a 12 asaltos, una medida diseñada para proteger a los boxeadores de la deshidratación, el agotamiento y el trauma cerebral acumulado en los rounds finales.
Protocolos Médicos: El cambio del pesaje oficial del día de la pelea a un día antes es la regla de seguridad más importante. También estableció pesajes obligatorios 30, 14 y 7 días antes del combate, y lo más importante, ordenó exámenes médicos rigurosos anuales, previos y posteriores a la pelea, así como pruebas antidopaje obligatorias desde 1976.
Guantes y Equipamiento: Introdujo el ring con cuatro cuerdas, abogó por el uso de guantes de mayor calidad con el pulgar sujeto y la implementación de técnicas estandarizadas de vendaje de manos para maximizar la protección, además de incontables protocolos y reglas técnicas.
El impacto de Don José trascendió el ring, ya que utilizó la plataforma del WBC para defender causas de justicia social. Una de sus acciones más audaces fue su postura contra el régimen del Apartheid en Sudáfrica. El WBC fue la primera organización deportiva en prohibir a Sudáfrica, un movimiento al que se unió la mayoría de los deportes posteriormente.
La visión de Don José Sulaimán transformó al WBC en una entidad con influencia diplomática. A lo largo de sus cuatro décadas al mando, se reunió con líderes y figuras mundiales, promoviendo el boxeo como una herramienta para la paz y el desarrollo:
El Vaticano: Visitó al Papa Juan Pablo II en múltiples ocasiones. El Papa siempre fue un admirador del deporte y su potencial para fomentar la disciplina y el logro personal.
Realeza Tailandesa: Forjó un vínculo especial con el Rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia, un país con una profunda tradición boxística, elevando el perfil del deporte en Asia.
Líderes Gubernamentales: Su capacidad para interactuar con jefes de Estado en todo el mundo —desde presidentes hasta primeros ministros— le permitió establecer las regulaciones del WBC en prácticamente todos los rincones del planeta, asegurando que sus estándares de seguridad se aplicaran universalmente.
El legado de José Sulaimán, quien falleció el 16 de enero de 2014, es el de un líder que puso a los boxeadores en primer lugar, consolidando al WBC no solo como un campeón de récords, sino como un campeón de la ética, la justicia y la humanidad.
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