
El Boxing Grand Prix, la competencia que se ha convertido en el primer mundial de boxeo profesional, dará un paso más en su misión por celebrar la grandeza, el espíritu y la esencia más pura del ring. A partir de este año, el torneo incorporará cuatro trofeos especiales, todos inspirados en la icónica flama dorada del “Trofeo José Sulaimán”, símbolo máximo del certamen y galardón que recibirán los campeones de cada una de las cuatro divisiones al conquistar la final.
Estos nuevos trofeos, creados a partir del diseño original de la flama, representan valores fundamentales del boxeo: excelencia, corazón, poder y hermandad. Cada pieza fue conceptualizada para contar una historia, para capturar emociones que la simple estadística no podría narrar y para honrar a boxeadores que, aun sin coronarse campeones, dejaron una huella imborrable en el torneo.
El primer trofeo parte de una idea clara: vuelo, ascenso, superioridad. Las alas emergen desde la flama original como un símbolo de grandeza sostenida. Este premio reconoce al peleador que brilló desde el primer día hasta el último, aquel que mantuvo un nivel impecable, sin fisuras, siempre por encima del resto. No es sólo el más constante, sino el más completo; el que encarna el ideal del boxeador perfecto dentro del Grand Prix. Es el reconocimiento al que estuvo “arriba de todos”.
Si existe un espíritu que define al boxeo, es el del que se levanta. El del que resiste. El que transforma la adversidad en impulso. Este trofeo, representado por un corazón envuelto en flamas, honra al peleador que demostró la valentía más pura: el “underdog” o “caballo negro”. Ese competidor que quizá fue derribado, que tal vez llegó al borde de la derrota, pero encontró fuerza para ponerse de pie y ganar. Este galardón celebra al boxeador con más corazón, al que hizo del combate una historia épica de resiliencia.
Con un diseño potente, un solo guante marcado por líneas que evocan la energía ardiente de la flama, este trofeo reconoce al peleador con el nocaut más devastador del certamen. Es el premio para el destructor, para el que hizo vibrar a la arena con poder puro y precisión letal. Aquel que logró el nocaut que quedará para la memoria del Boxing Grand Prix.
La última de las nuevas piezas rinde homenaje a algo que va más allá de la victoria o la derrota: la hermandad creada en el intercambio de golpes. Inspirado en el concepto de sportsmanship, este trofeo reconoce la mejor pelea del torneo, pero también la conexión humana que los peleadores construyen a través del respeto, la entrega y la valentía compartida. Es la estatuilla que celebra el honor del ring en su forma más pura.
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