Por Cormac O Donnell
Como escritor del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) y líder de nivel medio en una escuela secundaria, me encuentro en la intersección de dos mundos distintos: 1) el intenso ámbito del boxeo y 2 ) el ambiente enriquecedor de la educación. A primera vista, estos parecen ser dos ámbitos muy separados.
Sin embargo, a medida que paso mis días inmerso en ambas áreas, las similitudes entre las dos se vuelven cada vez más evidentes a medida que se relacionan con el tema de la salud de los adolescentes.
En el ring, el bienestar mental de un boxeador es primordial. Gran parte del resultado de un peleador depende de su capacidad para mantener la calma en un ambiente de olla a presión. Los golpes y los jabs importan; pero necesitan una mente relajada para cumplirlos.
Del mismo modo, dentro de la educación, el bienestar del adolescente es vital para sus actividades académicas y personales. Los estudiantes también deben priorizar su salud mental para poder recibir información y almacenarla de manera efectiva. El boxeo fomenta la disciplina y la perseverancia: seguir adelante frente a la adversidad; ya sea fatiga de resistencia o un oponente desafiante.
De la misma manera, los sistemas educativos fomentan la resiliencia de los estudiantes, dotándolos de los medios para superar los obstáculos y emerger más fuertes. Ya sea recuperándose de una derrota en el ring o superando reveses académicos, ambas áreas exigen tenacidad y determinación.
Todos los boxeadores necesitan la orientación de un entrenador y de un equipo durante sus entrenamientos y combates. Necesitan a alguien que haga un seguimiento de su fuerza y condición, compañeros que entrenen con ellos y tácticos que les ofrezcan consejos sobre juego de pies y combinaciones. De manera similar, los adolescentes dependen de maestros y mentores para que los orienten a lo largo de su viaje. Los educadores pueden abrir diferentes perspectivas a los estudiantes, identificar áreas que deben perfeccionarse y desafiarlos para mejorar. Los líderes y consejeros pastorales pueden ser una caja de resonancia para las dificultades fuera del aula, brindando asistencia cuando sea necesario y sugiriendo estrategias de autocuidado para controlar el estrés y la ansiedad. Ya sea en el ring o en el aula, todos necesitamos a alguien en nuestro rincón cuando suena el timbre para retirarnos.
Los adolescentes atraviesan una multitud de cambios físicos, emocionales y sociales, lo que subraya la importancia de adoptar hábitos saludables desde el principio. como boxeador Al seguir estrictas rutinas de entrenamiento y protocolos dietéticos, los adolescentes también deben priorizar el ejercicio, las comidas nutritivas y el descanso adecuado para apoyar sus cuerpos y mentes en constante evolución.
En resumen, los paralelos entre el boxeo y la educación ofrecen información valiosa sobre la importancia de priorizar la salud de los adolescentes. Al reconocer los vínculos entre el bienestar físico y mental, empoderamos a los adolescentes para que lleven una vida sana y plena tanto dentro como fuera de los límites del ring y el aula.
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