
Por Beka Romero
Los niños son como esponjas que absorben todas las conductas de lo que ven a su alrededor así la familia se convierte en el punto de referencia para ellos.Las relaciones socioafectivas que tengan en función de los conflictos en casa, interacción social o experiencias y servirán de ejemplo para los más pequeños.
La exposición a situaciones de socialización con los padres desde temprana edad, sumada a una crianza respetuosa y una integración familiar, permitirá un mejor desarrollo de dichas habilidades como una mejor comunicación con sus compañeros, respetar al prójimo, ponerse en el lugar del otro, entre otras.
Es importante observar cómo se comportan los niños así como ofrecer tiempo de calidad para comprender las conductas, focalizar la atención en que se hace y cómo se resuelve, así como mantenerse atentos de lo que se ve en televisión hasta cómo se comportan en la escuela o actividades fuera de para educar y fomentar la empatía.
Algunos estudios indican que existen mejores habilidades sociales en los niños cuyos padres presentan niveles altos de apoyo. Es más, se reportan mejores resultados si utilizan diversas estrategias disciplinarias con los menores (Castro y Nelson, 2018) y un ejemplo clave es ser guía y ejemplo.
Pensar en los niños, niñas y adolescentes no solo como víctimas sino como posibles agresores y testigos, esto nos permitirá hacer una reflexión de las estrategias, herramientas y recursos que se tienen como padres de familia y el ambiente que generamos dentro de casa. Recordemos siempre que educar con respeto, amor, empatía y comprensión son grandes aliados para una crianza sana.
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