
Querida Marcie y Familia:
Las condolencias, los recuerdos, las anécdotas, las lágrimas y las risas apagadas y nostálgicas, mezcladas con la gratitud por haber tenido el privilegio de conocer a este hombre verdaderamente extraordinario, están llegando en avalancha.
Sabíamos muy bien que Steve era tenido en la más alta consideración y la mayor estima en el mundo del boxeo. Sus estándares, y la forma en que se esforzó por construirlos, mantenerlos y mejorarlos, para luego superarlos, se volvieron legendarios.
Pero aún más que eso, la gente está mencionando y recordando con afecto el don natural y divino de Steve para la amistad. Steve se preocupaba profundamente por las personas y sus sentimientos. Hacer cosas por los demás le producía una alegría especial. Todos con los que he hablado tienen una anécdota o historia especial de Steve y tienen un interés insistente en compartirla. Cómo le encantaba un chiste, ya fuera contándolo, compartiéndolo o incluso siendo el residuo (el blanco) de él.
Hay un dolor gigante en el corazón, pero también una lágrima en el ojo, al recordar todo lo que se unió para formar a un hombre para recordar por siempre. Un hombre que dejó este viejo mundo en un lugar considerablemente mejor de lo que lo encontró… y de lo que este lo encontró a él. Fue el enriquecimiento de ambos.
Simplemente nunca volverá a ser lo mismo sin Steve, pero todos estamos muy felices de haberlo conocido y muy agradecidos de que se cruzara en nuestro camino y compartiera un sol apacible que deja el calor de un resplandor.
Dicen que nadie es indispensable, pero Steve es totalmente irremplazable. Para nosotros, él siempre tendrá su lugar en nuestros corazones.
Un fuerte abrazo de parte de Mauricio, Christiane, la Familia Sulaimán y toda la Familia Verde y Oro.
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